viernes, 27 de julio de 2012

Esta ciudad

Se está volviendo insoportable. Circular de modo vehicular (llámese taxi, camión o auto particular) se ha vuelto imposible gracias a las innumerables construcciones, cierres viales sin razón, gente torpe y el alto volumen de automotores que tenemos hoy en día.

 

Pero ningún sufrimiento comparado con los días que llueve. Que llueve en serio porque ahora llueve todos los pinches días a la hora de la salida común laboral. Como debe de ser. Seguro es una venganza de la naturaleza contra nuestra imposición urbana.

 

Ahora bien, ¿cuál es el chingado problema? ¿Será que la lluvia inunda partes críticas de las vialidades y de ahí se provoca un efecto dominó de detenimiento en absolutamente toda la urbe? ¿Será la falta de educación vial y de respeto entre conductores? ¿Será una falta de personal de tránsito que controle la circulación entorpecida por esas faltas de respeto vial? O será simplemente que la lluvia contiene esporas de desastre que al ser respiradas por todo el mundo se provoca el caos en masa.

 

Es que no me lo explico. Tomar el coche bajo una tormenta es prácticamente imposible. Es cierto que es más complicado manejar porque a veces la lluvia es tan fuerte (aquí en al ciudad, no en el campo donde se necesita, aquí a las 6:00 de la tarde no en la madrugada cuando a nadie le importa) que no te deja ver por donde vas y tienes que aminorar la marcha. Tomar un taxi es igual de imposible ya que la gente como que enloquece –a de pensar que se encoge- y llegan a parar taxis para avanzar 2 o 3 calles y no mojarse, además que sería una idea muy torpe ya que al ser un vehículo también, estarías atrapado en el tráfico común y encima, pagando un dineral. Y, por supuesto que los taxistas ni se detienen, según ellos porque los meten al tráfico y luego el pasaje se baja por desesperación, pues sí, lógico. Pero es que ahora con sus rutas establecidas y su elitismo para subir pasaje, tomar un taxi es como contratar una limousine y encima, sin el glamour. Tomar el metro es también imposible. Vuelvo a pensar que la gente debe tener la idea que la lluvia mata y si de por si el metro es un transporte donde fluye la gente como el agua en las cataratas del Niágara, con lluvia es peor. Simplemente no te puedes subir, ya no por la falta de sangre guerrera para colarte entre la gente, sino porque no puedes llegar siquiera a comprar un boleto. Y los camiones… igual que el metro con el defecto de los coches. Parados como todos, cambiando rutas para “evitar el tráfico” y alejándote de tu destino en vez de acercarte, hacinados por la gente con el miedo mortal de mojarse y escasos ya que se encuentran detenidos por horas en el mismo punto sin llegar a la próxima parada.

 

¿Y qué hacer? Caminar. Patinar. Ir en bicicleta. Claro que eso en esta ciudad también es complicado. En principio porque es una ciudad construida con el culo, y no sólo te mojarás por la lluvia que cae sino por la infinidad de charcos, inundaciones y los miserables coches que te avientan agua estancada para divertirse. A pesar de llevar impermeable es toda una aventura acuática. Los patines son complicados en suelo mojado y Dios te libre de caerte en plena calle porque serás atropellado ipso facto. La bicicleta es uno de los mejores vehículos, pero en lluvia también es complicada, y al no poder ir sobre la banqueta también te arriesgas a cruzar entre los coches aviados de sangre y libertad, que te avientan la lámina yo creo por el coraje de que vas más rápido que ellos, las motos que sienten les roba su espacio exclusivo de los acotamientos –que ellos no tienen porque usar- y nuevamente la destreza en el suelo mojado. Pero cabe mencionar que esta es una ciudad centralizada, y en las oficinas, con nuestra cultura “de 9:00 a 6:00 llueva, truene o relampaguee” –¡JAJA!- el 80% de la gente vive a 2hrs o más de su lugar de trabajo, en transporte. Lo que implica que caminando haría como 5hrs y en bicicleta unas 4hrrs. No es de Dios. No es opción.

 

¿Qué hacer? ¿Qué hacer con la lluvia? ¿Qué hacer con esta ciudad? ¿Dejar de robar y empezar a planear las cosas sensatamente? ¿Educar? ¿Promover el uso y respeto de vehículo no automotores? ¿Promover el Home Office? ¿Cambiar los horarios laborales? ¿Descentralizar y contratar a personal según su zona geográfica? No sé, pero que desesperación de sitio. De verdad.

 

viernes, 22 de junio de 2012

10 días para la sentencia

Sólo quedan 10 días. Lo lógico sería que todos tuviéramos una postura, una elección preliminar en nuestras mentes y sólo estar esperando que llegué el primero de Julio para llevarla a cabo, pero no es así. Aún pulula o pululamos un tercio de la población sin saber a ciencia cierta qué haremos el Domingo próximo. ¿Por qué? Porque seguimos considerando que no es posible que de 112 millones de mexicanos esos 4 aspirantes a la silla del águila sean lo mejor que tenemos para elegir.

 

Así que hoy estuve leyendo, pensando, reflexionando, analizando. Sin meterme en el serio problema de revelar por quién he decidió votar, y sin dejar de imaginar tristemente, cómo echaré mi papeleta a la caja al mismo tiempo en que exhalo un gran suspiro de esperanza en la que no tengo el 100% de seguridad, sé exactamente por qué votaré.

 

Antes, mucho antes de Salinas e incluso con él, yo no sabía qué ni quién era el “narco”, no los conocía, ni salían en las noticias. Sabía que había corrupción, pero en una décima parte del gobierno que al salir a la luz tapaban con alguna buena acción como donaciones a la beneficencia, construcciones de escuelas y hospitales, vamos que saberse corrupto era una ofensa y había que arreglarlo de alguna manera. Aunque desde el kinder nos hablaban de las drogas y cómo no aceptar regalos de extraños y cosas por el estilo, yo sabía incluso ya como adolescente que las drogas eran algo ilegal y peligroso, que como consumidor de freían el cerebro y como traficante arriesgaban tu vida. Pero lo más importante es que tenía la seguridad que mientras no estuviera cerca de ellas, nada podría involucrarme con ella, ni nada malo podría pasarme. Lo mismo con la política.

 

Ahora no. Ahora me perdí la despedida de soltera de mi mejor amiga porque era en Acapulco. Con los nervios alterados por un incidente previo y más alterados por estar leyendo noticias y reportes de los incidentes en Acapulco sin importar si eres político, narco, estudiante o cualquier hijo de vecino, me aterró el hecho de saber que al viaje íbamos puras mujeres, en una de las carreteras más inseguras –en cuestión de asaltos, secuestros y muertes sin resolver- en una de las camionetas más robadas según el reporte de CAPUFE de 2012 y decidí no ir. Decidí no ir porque al tomar mi maleta por la mañana para salir al encuentro de selecto grupo de amigas, me dio un ataque de pánico que me duró 4 horas. ¿Por qué? Porque ya no me siento a salvo. Por que tengo miedo de encontrarme con un narco por la calle, en el elevador de mi oficina, en un restaurante, en la carretera y que el Sr. decida que puede hacer conmigo lo que quiera, porque así pasa, por que no son historias, es la realidad. Tengo miedo de que un desconocido con 1 reloj en cada muñeca me vea y piense: “esa me gusta, me la voy a llevar” y me lleve, porque sabe que puede y yo sé que nadie puede hacer anda para detenerlo. Tengo miedo que un grupo de marginados hagan uso de su nuevo poder como sicarios y decidan que tal vez merezca una lección por ser “guerita” o por tener cierto coche, o por estar escribiendo en un ipad en el Starbucks ya que ellos no tuvieron la oportunidad. Y sé que tampoco nadie podrá detenerlos. Tengo miedo de que se inicie un enfrentamiento en el Zócalo –donde todo sucede- y le pase algo a Jess, sin saber porqué empezó el conflicto ni porque podría ella estar en medio de todo eso. Tengo miedo de perderme en alguna zona marginada del Estado de México porque se ha establecido que la tierra de nadie y lo mismo te bajan de un vocho que de un BMW. Tengo miedo de ser mujer. Por que parece que en estos tiempos serlo es como exhibir miles de joyas de diamantes, todo te puede pasar y estas a expensas de cualquier peligro. Tengo miedo de qué le pase algo a mi familia, no sé por qué, porque tengo claro que no han hecho nada malo, pero eso no es garantía para que estén a salvo.

 

Tengo miedo de que llegue un gobierno que decida que tengo “demasiado” y es hora de repartir mi casa, mis bienes, mi sueldo, con los viene-viene de la delegación, los limpiaparabrisas de la esquina o los ambulantes del crucero porque ellos no han tenido las mismas oportunidades y es mi deber ciudadano repartirles lo que yo he conseguido. ¿No están legalizados ya los traperos? ¿No se atreve aún así a hacer marchas y plantones en contra de los parquímetros? ¿No era la calle pública, PÚBLICA? Tengo miedo que llegue un gobierno que decida que como clase media puedo pagar 100 pesos por una botella de agua o 4 millones de pesos por un departamento de 1 recámara, porque somos una economía capitalista y así funcionan las cosas. Tengo miedo que llegue un gobierno que decida que es tiempo de subirnos a una máquina del tiempo y regresar a la comunidad gay al closet, a las mujeres a su casa y a los hombres a las cantinas. Tengo miedo que llegue un gobierno que construya un metrobús en la sala de mi casa y un 3er piso del periférico en mi azotea para fastidiar, perdón, “ayudar” a la mejora del tránsito automovilístico. Tengo miedo de un gobierno que lleve a México a la zona oriental y nos cape el Internet y ya no pueda expresarme libremente por temor a represalias. Tengo miedo de un gobierno que diga que le importa el planeta y permita que todo el mundo desperdicie el agua, tire la basura donde le da la gana, no ponga contenedores de reciclaje, permita el mal uso y contaminación de playas mexicanas con tal de quedar bien con el turismo gringo. Tengo miedo de un gobierno que permita que nos sigan cerrando las puertas de todos los países bajo las reglas que les dan la gana; USA, Canadá, España, y siga agachándose con el escudo de “por las buenas relaciones con esos países nosotros no haremos lo mismo” ¿Y no están rompiendo esos países con las buenas relaciones de primera mano? ¿Cuántas mejillas tiene México? ¿36? En resumen, tengo miedo del gobierno, porque todos son egoístas, ven su fortuna, su bolsillo, su familia, sus negocios, sus intereses, no ven al país y llevamos tanto tiempo de corruptela que sería imposible dejar de pactar al menos con un cierto % de esa gente “mala”. Sí, estamos jodidos, pero quiero pensar que al final del arco iris  sí hay una olla de oro, aunque pequeña, es un tesoro. ¿Y por quien votaré? Muy a mi pesar, por el menos peor. No votaré por el que se inclina mi empresa, ni por el que me garantiza la chamba, no votaré por el que vota toda mi familia, no votaré por el que vaya ganando en las encuestas, ni siquiera votaré por el que garantice mi actual estilo de vida, votaré por el que a mi parecer, de todos los males antes mencionados pueda erradicar los más. Creo que para todos los indecisos esta debería ser una señal de por dónde ir.

 

Que esto termine pronto Señor, que prefiero hablar de football que de tanta porquería y ya me cansé de tener miedo.

 

miércoles, 30 de mayo de 2012

Por alzada

Yo me guío por aquello que considero correcto, no por aquello que social, política, moral o generalmente es correcto, de modo que a veces pues me enemisto con la gente o en palabras llanas, la cago. Yo no soy diplomática, porque prefiero perderlo todo a tener que aguantarme, agacharme o estar de lamebotas con alguien que no lo merece sólo por conveniencia. Eso claro, me ha traído infinidad de problemas con la "autoridad" desde papás, maestros, gente extraña hasta los inminentes jefes. Hoy de eso se trata.

Básicamente le dije a una "superior" -me vas explicando por qué coño hiciste esta pendejada porque no puedo trabajar así- y al parecer fue como la invasión de Polonia en 1918 porque "se armó la gorda". Aún no se termina de aramar, pero ya me dijeron que estuvo mal, ya me reprendieron, ya me explicaron cómo funciona la cosa y en resumidas cuentas, no funciona como yo digo.

Me molesta porque la "jerarquitis" ya pasó de moda. Me refiero a que aquellas empresas que la aplican están seriamente atrasadas en Administración de Personal y R.R.H.H. pues eso de "por que lo digo yo que soy el jefe" o "tratalo bien porque es director" o "dale el avión y has lo que dice porque es "superior a ti" son prácticas que no llevan a ningún lado, son prácticas que se ha comprobado conllevan a perder talento en la organización.

Y todavía me dijeron: "es que ella es susceptible, se lo va a tomar a personal y puede afectar a tus proyectos". Y yo pensé "¡a chingá! ahora resulta que si hieres la susceptibilidad de un compañero este tiene todo el derecho de ponerte topes en el camino. Si a la empresa se viene a trabajar no hacer amigos. O es que me equivoco, porque es México y todo funciona con enchufes y lambisconería.

En fin, que no salió muy bien la cosa, porque al parecer un "superior" puede tomar una decisión arbitraria con respecto a tu trabajo  cuando algo no le parece y ni siquiera darte una explicación, pero si tu reclamas -no siendo superior- tal acción, y no la reclamas con la vista abajo y el sombrero arrugado entre las manos estás en el hoyo.

Veremos qué pasa, pero para mí que en esta guerra mundial estoy peleando contra Alemania así que no me preocuparé mucho. Dice el dicho: "Honor a quien honor merece". Creo que merezco el mismo respeto que cualquiera sin importar su jerarquía, como ellos merecen el mío, y me niego rotundamente a tratar bien a quien no lo hace conmigo sin importar un demonio su posición en la empresa o la vida. Ya veremos que responde, pero no a mí, que ya me dijeron que lo hará apenas con alguien de su "misma categoría" no con la insubordinada que se atrevió a desafiarla.

Y he puesto la palabra superior entre comillas porque en este mundo NADIE es superior a NADIE, si acaso a alguien le va mejor que a otro pero superior a otro jamás, que ya es hora te entender que TODOS somos iguales.

viernes, 11 de mayo de 2012

Acontecimientos irregulares

Ayer mi hermano le llamó a mi mamá para felicitarla por el día de las madres. En otra familia esto hubiera sido lo normal (ya digo que la normalidad está sobrevaluada) pero para nosotros fue todo un acontecimiento. Hablaron unos minutos, él dijo feliz día, ella puso cara de sorpresa, mi papá dibujó una sonrisa nostálgica y orgullosa. Finalmente seguimos platicando por horas; yo observándolos, ellos manteniendo esa sonrisa que no se puede describir.

El fin de semana llevaré a mi mamá de compras como regalo de día de las madres, pero creo que ya recibió el mejor regalo que le podían dar. Y estamos todos tan contentos, porque la vida es así, sencillita y carismática.