martes, 23 de marzo de 2010

Porque nos gusta perder el tiempo

Odio muchas cosas en la vida, aunque muchas cosas muy simples me hagan feliz, mi parte amargator necesita alimentarse de algo. En esta ocasión le toca a las comidas de negocios.

Alguna vez leí que sólo en México se cierran negocios en una cantina y a la hora de la comida. En muchos paises -no importa si son primermundistas o no- la hora de la comida es quasi sagrada. Comer los sagrados alimentos a tus horas, en un abiente relajado y sin distracciones ayuda a que rindas mejor en el día y sobre todo a recuperar energías. Sin embargo, aquí en México estamos acostumbradísimos a mezclar nuestras actividades con la hora de comer. Miles de personas comen solas en un restaurante mientras leen un libro o consultan la lap top, y otras miles, si no es que millones, comen mientras sacan smart phones, papeles y presentaciones para hablar de negocios. Igual que la cantidad de personas, miles de millones de comidas se piden para llevar, se comen frías o se comen a medias, y esto al final no es comer.

Nadie entiende que es mucho más fácil comer en 15min o 20min y regresar al trabajo que tardarse 1hr. mientras se intenta trabajar y comer. Pero lo peor es que nadie ha entendido que el ambiente informal y el alcohol no ayudan en nada a trabajar. Tal vez el alcohol ayude a cerrar un negocio, sobre todo entre idiotas y narcos, pero no entre personas medianamente pensantes y común y corrientes.

Odio las comidas de negocios. Odio que me "inviten a comer" sin la seguridad de que no tendré que pagar, nadie se pone a pensar si llevas dinero o no, ni tiene la delicadeza de avisar si corre por cuenta de la empresa o no. Odio que transgredan mi libertad de horario para ingerir mis alimentos y sobre todo, que interfieran con mi agenda.

Ir a una comida de negocios no es productivo. Se pierde mucho tiempo en las presentaciones, el intercambio de tarjetas y la introducción a los posibles temas. Estás lleno de interrupciones, de la gente, de los meseros, de la calle. Si la comida se organiza porque hay un extranjero o jefe de visita es aún peor. El 90% del tiempo se habla del susodicho, de su pais, del avión y el viaje, del asunto que lo trae por aquí, pero no de trabajo. El 10% del tiempo hay alguien, generalmente el que organizó la comida, que se quiere lucir y sólo habla de sus novedosas ideas y planes que ni siquiera existen aún. Lo poco que queda de tiempo los diferentes comensales se dedican a preguntar qué hace la demás gente, su puesto, de que la "gira", asienten con la cabeza y sonrien. Hablan de los problemas en la empresa y solamente hay críticas y opiniones de como el corporativo debería hacernos la vida más fácil. Se critica a la gente más que a su trabajo.

Al final jamás se habla de trabajo y lo poco que se habla no sirve para avanzar. Mientras tanto, pierdes valiosas horas de tu tiempo en las que te estresas pensando en lo mucho que te vas a atrasar, y que por esa improductiva comidita probablemente salgas mucho más tarde que de costumbre. Si ha esto le añades que en la comida no conoces a nadie y lo más probable es que nadie te pele, -si no es para pedirte la sal- porque están muy ocupados haciéndose los importantes, mientras a ti eso de las relaciones públicas te tiene sin cuidado, lo mejor será inventar una excusa y safarte de tan relevante evento.

Odio las comidas de negocios. Me gusta disfrutar de mi comida, saborearla, tener una charla amigable y ante todo, evitar el tema del trabajo para relajarme y despejarme un rato. Yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar. Así que trato de no mezclar agua y aceite. Como dicen en mi otro pueblo: "donde pongas la olla, no metas la polla". A mí las R.R.P.P. me vienen guangas. Yo he aprendido que hacerle la barba al director, asistir a todo evento posible y "hacerte ver", sirven para un carajo. Lo importante es lo que haces en tu trabajo, los resultados que das. Muchas veces he oido frases como: "es mi cuate pero es un inútil", "es buena gente pero no tiene idea del negocio", "es inteligente pero toma decisiones desastrosas". Y otras veces he oido lo inesperado: "Es un hígado, pero es un genio", "Es medio autista pero tiene unas ideas increíbles", "Es un antipático pero en su chamba, mis respetos". ¿Y saben quiénes se quedan en las chambas cuando hay recortes? Los hígados, los autistas y los antipáticos. Así que la verdad, las comidas de negocios me tienen sin cuidado.

Pero de verdad las odio. JAJAJA

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