Nunca pensé que fuera tan paranoica, soy la primera que cuando alguien cree ver un fantasma, me asomo y le digo, no hay nada, es la sombra, fue el escape de un auto, etc. Así con los ruidos de la casa, soy igual, tranquila, eso fue la tele, es la tubería, son los vecinos. Pero desde que llegó el desgraciado ratón a nuestras vidas no hay manera que me pueda dormir, oigo un claxon y creo que está dentro de la casa y es del coche del ratón.
Es horrible, en el silencio de la noche escucho incluso mi assutado corazoncito latiendo sin ritmo y apresuradamente, acelerándose cada vez que la tele truena, que el castor se mueve, que pasa un coche por la calle.
La historia empezó un lunes por la noche, cuando jugaba felizmente con mi celular mientras esperaba que me diera sueño. El castor se había dormido muy temprano y ya no estaba consciente. De pronto escuché un ruido como si rascaran la cabecera, me detuve, pare oreja y nada, no se repitió. Sin darle importancia regresé a mi juego de motos. Habrá pasado 1 minuto cuando de nuevo escuché el rascoteo. Ya no brinqué, pensé que eran los vecinos, porque tengo los mismo vecinos que todo el mundo, esos que mueven los muebles a altas horas de la noche. Regresé a mi juego. Pasó algo más de tiempo y entonces ya no escuché un rascoteo, escuché un ruido fuerte y claro como de un pl´satico retorciéndose justo detrás de mí y brinqué.
Desperté al castor y le dije que había algo en la casa. No me peló. Se enojó un poco por haberla despertado y por supuesto no me creyó. Después de mover algunas cosas, prender la luz y hacer una pequeña revisión me regresé a dormir pensando que estaba loca. No había terminado de acomodarme en la cama cuando giré la cabeza a la almohada y vi pasar entre los zapatos a la bestia.
Brinqué como si tuviera resortes en el trasero, encendí la luz y le dije a Castor, Sí hay algo! Es un ratón! Con el mismo resorte llegó de un salto a la sala y ahí permaneció inmovil.
Nunca encontré al ratón, 2 veces pasó por la orilla del cuarto y las 2 veces brinqué sin poder hacer nada. Después de sacar todo, hasta los zapatos del cuarto para que no tuviera donde esconderse, tapiamos la habitación con cinta canela y nos dormimos en la sala. Logicamente no dormí nada, cada ruido que escuchaba lo aducía al ratón, más de una vez me levanté a verificar que la cinta no hubiera sido traspasada. Además de que me estue congelando toda la noche.
A la mañana siguiente llamamos un exterminador. El chico llegó por la tarde pero jamás encontró al ratón. Dejando tras de sí trampas y croquetas envenenadas se fue dejándonos su teléfono en caso de emergencia. Yo más tranquila, revisaba las trampas cada día pensando que el mounstro se habría largado por la ventana, la noche que dormimos en la sala. Pero el cabrón hijo de su triste madre, fue a aparecer el domingo por la noche, 1 semanita de vacaciones se tomó el ojete para que cuando apareciera no hubiera 1 alma que nos ayudará. Eso sí, el muy pendejo fue a caer el una trampa, y buscando un limpiador lo encontré bajo la estufa más muerto que mi tranquilidad.
Ahora el desmadrito de sacarlo. Llámale al Sr. Gustavo, llámale al exterminador, llámale a Dios padre pero que alguien lo saque. Pues ni paper, lo terminé sacando yo. Con ayuda de un palo y bolsas de basura el maldito fue a parar al depósito de residuos de la H. Delegación y regresé a mi casa según yo para estar tranquila.
Pero desde entonces tengo esa paranoia de si era el mismo (que estoy segura que sí), o si se había metido otro, ¿dónde estuvo todo el tiempo? ¿porqué el experto no pudo encontrarlo? Y cada vez que escucho algo en la cocina tronar o los ruidos caseros de siempre a los que ya no les prestaba atención, brinco y corro a revisar las trampas.
Maldito sea él y toda su parentela, ¿cuando será que volveré a dormir bien y estar tranquila en mi presa? Sobre todo de noche.
Estoy a punto de comprar un perro cazador, y un chino por si acaso.
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